Por Carlos Jerez, director ejecutivo de Data Observatory y Decano Facultad de Ingeniería y Ciencias Universidad Adolfo Ibáñez.
Datos al servicio del desarrollo fue uno de los pilares fundamentales del Encuentro Nacional de la Empresa de este año (ENADE 2021). Por una parte, el valor de los datos nace de su análisis y transformación en información que sustente la toma de decisiones: desde algunas que impactan nuestro diario vivir a otras que afectan nuestras organizaciones, sociedad y entorno. Por otra parte, gracias a la consolidación de grandes datasets, hoy vemos la implementación de inteligencia artificial como el ingrediente secreto detrás de cientos de nuevos y mejores productos y servicios. En cualquier caso, el valor de los datos aumenta mientras más veces son utilizados y mientras más usuarios acceden y se benefician de ellos. Por lo tanto, y al contrario de lo que se escucha decir, los datos no son el nuevo petróleo: su valor no depende de su escasez. ¿Serán entonces un nuevo recurso renovable, un nuevo bien público? Más aún, ¿podemos hablar de sostenibilidad digital?
Partamos por distinguir entre aquellos datos de carácter abierto y cerrado. Abiertos son aquellos datos a los que todos pueden acceder, que son de fácil utilización e interpretación por máquinas para ser procesados de forma gratuita y con derechos que permiten su uso y distribución sin ataduras. Hace algunos años se dimensionaba el impacto económico de los datos abiertos en más de 3.2 millones de millones (sí, ¡12 ceros!) anuales. Adecuadamente regulados, los datos abiertos generan oportunidades para el crecimiento económico, la innovación abierta, un mejor gobierno, una ciudadanía empoderada, e información más transparente para la solución de problemas públicos. Por ejemplo, gracias a que muchos compartimos nuestra geolocalización podemos encontrar mejores rutas para llegar a un destino, ahorrando en promedio 35 horas al año y de paso reducir millones de toneladas de CO2. Sin ir más lejos, el Covid-19 demostró con creces la necesidad y los alcances de la colaboración entre diversas agencias nacionales e internacionales, las que gracias a datos abiertos, han ido encontrando soluciones y tratamientos. Por lo mismo, el Estado constituye no solo una fuente de datos, sino también un regulador entre las necesidades de la ciudadanía, la industria, la academia, aprovechando a su vez de generar políticas públicas basadas en datos.
Un virtuoso modelo de gobernanza de datos abiertos requiere de un modelo de tres hélices: Gobierno, industria y academia. En Chile, la recién promulgada Política Nacional de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación incluye el fortalecimiento de la fundación Data Observatory para habilitar la innovación en pro del desarrollo sostenible a partir de datos abiertos, generando un espacio que reúne a actores críticos como son el Estado, la sociedad, la industria y la academia. Si bien hoy la integran los Ministerios de Ciencia y de Economía, la Universidad Adolfo Ibáñez y Amazon Web Services (AWS), pronto abrirá una convocatoria para participar a nuevos actores del ecosistema nacional e internacional.
Junto a la agencia australiana de investigación CSIRO, a través de su oficina en Chile, hoy Data Observatory provee un repositorio abierto de observación terrestre y marítima, disponible para el libre acceso y análisis de datos para tomar mejores decisiones hacia un desarrollo sostenible del territorio, analizar escenarios de sequía, temperaturas extremas y deshielo, predicción de mareas rojas, entre otros cientos de usos en vistas al cambio climático. Por otra parte, Chile además concentra el 70% de la infraestructura de observación astronómica mundial, generando datasets de clase mundial para entrenar algoritmos de inteligencia artificial, y el Data Observatory es parte del consorcio ALeRCE, que trabaja en la detección de millones de eventos astronómicos por noche, creando una nueva generación de sistemas para gestionar terabytes con aplicaciones en detección de fraude bancario o tala ilegal, entre muchos otros.
Todo lo anterior confirma las oportunidades que ofrecen los datos abiertos, sobre todo orientados a la digitalización con propósito: abordar los objetivos de desarrollo sostenible y al mismo tiempo dar sostenibilidad a las organizaciones. Acaparar datos pareciera no ser un modelo sostenible, tampoco que los datos solo sean del control de un único agente.