INVESTIGACIÓN UFRO REVELA INCIPIENTE PERO ESPERANZADOR RENACIMIENTO DE ARAUCARIAS AFECTADAS POR GRAN INCENDIO DE 2015 EN RESERVA NACIONAL CHINA MUERTA

Equipo del Departamento de Ciencias Forestales desarrolla un monitoreo in situ y tareas de restauración en la unidad de Conaf que están dando buenos resultados y se puede mirar el futuro con optimismo. La emblemática especie del bosque sureño muestra gran cantidad de rebrotes y hay una buena germinación de las semillas. Además, se han plantado varias araucarias por los especialistas. No obstante, la lenga -la otra especie arbórea que acompaña a araucaria en el bosque- no corrió la misma suerte. Mientras, deberá pasar más de un siglo para que el bosque pueda lograr un aspecto similar al que mostraba antes del fuego.

A siete años de uno de los mayores incendios forestales de bosque nativo ocurrido en una reserva nacional, expertos del Departamento de Ciencias Forestales de Universidad de La Frontera (UFRO) revelan que pese a la severidad del fuego que afectó a la Reserva Nacional China Muerta en abril de 2015, investigaciones en terreno observan un esperanzador renacimiento.

El biólogo en recursos naturales Andrés Fuentes, quien lidera el equipo que –desde 2016- trabaja en evaluar los impactos del fuego con miras a restaurar y analizar el comportamiento de este milenario bosque luego del siniestro ocurrido en la comuna de Lonquimay, cuenta que la investigación realizada en terreno, en laboratorio y mediante modelaciones durante estos años, demuestra que la araucaria es una especie con una buena capacidad de recuperación post-fuego.

De hecho, explica, varios individuos, especialmente los más jóvenes, han sido capaces de generar nuevos brotes después del fuego porque no murieron completamente, como sí ocurrió con los ejemplares adultos afectados y que también eran los más grandes.

Además, al año inmediatamente después del incendio hubo una alta producción de piñones por parte de las araucarias que no tuvieron un daño tan grande. “Probablemente fue una respuesta reproductiva frente al mismo estrés del fuego”, considera. Hoy son plántulas bien establecidas que ya tienen unos 20 a 25 centímetros de altura en promedio.

Pero esto es apenas el comienzo. Fuentes, quien es doctor en Ecología y Biología Evolutiva por Iowa State University (EEUU), explica que el ciclo de vida de la araucaria es muy lento. “Crecen a tasas bastante reducidas en los períodos anuales. Para que se recupere un bosque naturalmente necesitamos a lo menos unos 150 a 200 años”, destaca. En el mejor de los casos algunas araucarias pueden comenzar a producir semillas entre los 20-40 años, es decir comienzan a ser reproductivas, pero lo normal es que pasen de uno a dos siglos para que el bosque se desarrolle más completamente. De ahí la araucaria puede vivir por sobre los mil años, siempre que no enfrenten un nuevo incendio, añade.

“En la Reserva Nacional China Muerta estamos viendo una recuperación natural de las araucarias. Eso es bueno porque va a asegurar un repoblamiento paulatino que se puede complementar con actividades de restauración y plantación”. De hecho, justamente una de las principales tareas del grupo de investigadores de la Universidad de La Frontera ha sido trabajar en la producción de plantas de araucaria y su plantación en terreno utilizando semillas colectadas de la misma reserva. A la fecha, se han plantado más de 300 araucarias en áreas afectadas por alta severidad de fuego, que es donde hay menores densidades y para potenciar la restauración de estos sitios.

Otra especie de la reserva que preocupa a los investigadores es la lenga. En las zonas donde el incendio fue muy severo y el fuego lo carbonizó todo, la lenga no está recuperándose, ya que no está produciendo semillas ni tampoco están llegando de otros sitios. Por eso el grupo de científicos de la UFRO también está haciendo una colecta intensiva de ellas en la zona que no fue afectada por el fuego para producir plantas en laboratorio que esperan llevar a terreno durante los próximos años.

La lenga es una especie de hoja caduca. En otoño-invierno bota sus hojas y al hacerlo contribuye con una buena cantidad de materia orgánica y nutrientes como el nitrógeno, los cuales se reincorporan al suelo. “Cuando se quemó el bosque hicimos estudios de nutrientes de suelo y los niveles de nitrógeno, que es muy importante para el desarrollo las plantas, prácticamente cayeron más de 50 por ciento, porque cuando se expone a la alta temperatura de un incendio forestal se pierde mucho nitrógeno, se volatiza. Por ende, el suelo presenta menos recursos nutricionales y cuesta más que las plantas se recuperen”, comenta.

Fuentes estima que la recuperación del bosque va a seguir su ritmo natural, siempre y cuando no existan otras perturbaciones importantes. Este año hubo un nuevo siniestro en la reserva. Se quemaron 700 hectáreas aproximadamente, pero las afectadas no fueron araucarias, sino que principalmente bosques de raulí y coihue que se pueden recuperar más fácilmente. “Afortunadamente este incendio no se traslapó con lo que se quemó anteriormente”.

El incendio de 2015 afectó a unas 2.024 hectáreas de China Muerta, lo que equivale a cerca de 23 por ciento de su superficie. La mitad del área siniestrada estaba cubierta por bosque de araucaria. La reserva está cubierta en más de 80 por ciento por bosques de esta especie nativa. De hecho, China Muerta cuenta con una de las poblaciones de araucaria pura, es decir sin estar mezclada con otro árbol, más grandes dentro de la distribución de la especie en Chile. El resto está compuesto por lengas, coihues y raulíes.

Más allá del monitoreo actual de la reserva, el biólogo de la UFRO destaca que la idea de fondo de este proyecto es que China Muerta se convierta en una estación biológica de largo plazo para monitorear las distintas variables que inciden en la recuperación del ecosistema en su conjunto y desde allí extrapolar sus aplicaciones a otros bosques.

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