Por: Christián Cancino, académico Departamento de Control de Gestión y Sistemas de información, Facultad de Economía y Negocios, Universidad de Chile.
Mucho se habla de innovación, casi como un cliché, pero pocos se detienen a pensar sobre la importancia y los beneficios que aporta su implementación en las organizaciones y consumidores, en el escenario económico actual.
En primer lugar, a través de la innovación las empresas pueden llegar a ofrecer nuevos productos, procesos o servicios, con mejores prestaciones para los clientes y consumidores. Esto es especialmente importante en el actual contexto de pandemia que vivimos, bajo el cual han cambiado no solo las demandas del mercado, sino también las expectativas y posibilidades que tienen quienes quieren determinados productos. En ese aspecto, los clientes ampliaron sus oportunidades de elección, llegando a través de internet a cientos de proveedores, y obteniendo bienes o servicios desde Santiago, regiones, o incluso de mercados internacionales, por lo que ya no solo existe competencia con los negocios cercanos. Por lo tanto, innovar en el actual escenario permitirá diferenciarse de la gran cantidad de competidores que existen en la actualidad.
En segundo lugar, innovar también permite mejorar los procesos al interior de las empresas. Por ejemplo, si su empresa funcionaba principalmente atendiendo a sus clientes de forma física, hoy la omnicanalidad deber ser partir “desde”. De igual manera, producir con menores recursos y a un costo más bajo resulta clave para poder mantenerse en el tiempo. Si antes se buscaba dentro de los proveedores cercanos, hoy se está obligado a buscar y comparar en un amplio rango de posibilidades. Si se consiguen mejores prestaciones, es decir, las cosas se hacen de manera más eficiente, es posible llegar a ser más competitivos. Y es que ofrecer mejores características de los bienes o servicios a los clientes es importante, pero hacerlo a un costo menor es aún mejor.
Por lo tanto, hoy aplicar innovación en las organizaciones es un tema de supervivencia. Sus líderes deben preocuparse por ser más competitivos y eficientes. La buena noticia de todo esto es que los proveedores potenciales también están innovando, y buscan ofrecer mejores bienes y servicios, por lo que resulta más fácil encontrar aquellos que ofrecen productos que están alineados con la propia propuesta de valor.
Para promover este proceso dentro de las organizaciones es fundamental que cada uno de nosotros sea un agente de cambio. Se debe hacer el esfuerzo por dedicar una hora del día a pensar estratégicamente y analizar en qué es posible innovar, tanto en las actividades de cara al cliente, como hacia los procesos y recursos. En este proceso de innovación, deben colaborar todos, incluyendo a los trabajadores. Innovar no es una labor que se puede hacer en solitario, pues las ideas deben ser analizadas desde diversas aristas y contrastadas con las opiniones de quienes nos acompañan en los negocios.
Como parte de este proceso, es posible equivocarse al querer innovar. De hecho, es lo que más ocurrirá, lo cual no es malo. Por el contrario, lo importante es equivocarse rápido y hacer los ajustes necesarios hasta encontrar aquellos servicios y características que sí valorarán nuestros clientes. La invitación es una sola: dedica tiempo a pensar en innovación. No tengas miedo a equivocarte, y si lo haces, equivócate rápido y ajusta hasta lograr el factor diferenciador.