Por: Javiera Calisto, abogada de la Universidad Diego Portales, master en derecho
ambiental de la Universidad de Melbourne, y directora legal de Oceana Chile.
El pasado 20 de mayo la “Ley que disminuye la generación de desechos y regula los
plásticos de un solo uso” fue aprobada por el Congreso luego de un proceso legislativo que
duró cerca de dos años. Quisiera relevar algunos elementos, que considero que fueron
importantes para el resultado exitoso de este proceso.
Primero, es una iniciativa que nace de la sociedad civil, de la necesidad de proteger
efectivamente nuestros océanos, ya que, si bien hasta la fecha se habían desarrollado
importantes esfuerzos a través de la Ley REP y la Ley Chao Bolsas, existía una fuerte
preocupación de regular los plásticos de un solo uso. Durante el proceso legislativo, tanto
parlamentarios como el Ministerio de Medio Ambiente, nos permitieron a Oceana y otras
organizaciones de la sociedad civil, tener una activa participación en las discusiones que se
suscitaron.
A su vez, es una ley que se respalda de fuertes fundamentos técnicos. Son al menos 4 los
estudios que sustentas esta política pública. Primero, se desarrolló una línea de base sobre
la situación de los plásticos en Chile, cuánto se consume, los diferentes tipos de plásticos,
los problemas relacionados con el reciclaje de alguno de ellos. El segundo, comparó una
serie de regulaciones alrededor de mundo, para entender cómo otros países, municipios o
regiones habían regulado los plásticos de un solo uso. A su vez se desarrolló un estudio de
ciclo de vida de la botella retornable, y finalmente un estudio que demostró que de
aprobada la ley se estaría previniendo la generación de 23.000 toneladas del plástico más
encontrado en playas y mares.
Como resultado nos dimos cuenta de que los plásticos de un solo uso eran los principales
desechos encontrados en las playas tanto a nivel nacional como internacional, lo cual se
explica porque el reciclaje de estos productos, en la práctica, es imposible, ya que por su
tamaño y poco peso no resultan atractivos para los recicladores. En Chile, las estimaciones
indican que solo un 8,5% de los plásticos consumidos se reciclan cada año.
Finalmente, es una ley que surge en base a la colaboración, el debate de ideas, y el diálogo
entre múltiples actores, lo que sin duda logró el enriquecimiento y aumento en la ambición
de la ley, como también su pronta tramitación. Son pocas las leyes, -especialmente
ambientales- que son aprobadas en tan breve plazo.
Esta ley regulará la entrega de productos como vasos, tazas, cubiertos, bombillas, platos,
copas y envases de comida preparada, entre otros, en locales de expendio de alimento,
que incluye restaurantes, bares y cafeterías, entre otros. Para regularlos, la ley distingueentre el consumo que se realiza dentro de los establecimientos y el que se hace fuera de
ellos ya sea consumo tipo delivery o take-out.
Para el consumo dentro de los establecimientos, se prohíbe la entrega de productos de un
solo uso, cualquiera sea el material del que estén compuestos. Por su parte, para el
consumo fuera de los establecimientos solo se permitirá la entrega de productos
desechables de materiales distintos del plástico o de plástico certificado (para
determinados productos), el cual deberá estar compuesto total o parcialmente por
materias producidas a partir de recursos renovables, y deberá ser compostable a nivel
domiciliario o industrial.
Además, esta ley regula las botellas plásticas de manera ambiciosa al establecer la
obligación de la entrega y recepción de botellas retornables en grandes y pequeños
comercios, y al requerir que las botellas plásticas desechables que se sigan
comercializando estén compuestas por un porcentaje de plástico que haya sido
recolectado y reciclado dentro del país.
La aprobación de esta ley es un gran logro para Chile ya que es una de las legislaciones
más ambiciosas a nivel mundial en la regulación del plástico de un solo uso y de la
generación de desechos, posicionando al país como uno de los líderes en esta materia. Sin
embargo, hoy se viene una etapa clave: su implementación. Y para su éxito, es necesario
que todos los actores de la sociedad continúen actuando de forma activa y comprometida,
ya que es la única fórmula para garantizarlo.
