Por Jaime Soto, secretario general de ACTI.
Luego de todos estos meses de crisis sanitaria mundial, causada por el Covid 19, y de habernos tenido que sobreponer a todas sus implicancias como industria, ya sabemos que la pandemia fue un factor gatillante para que desde todos los sectores económicos el país: minería, banca o retail, por ejemplo, aceleraran sus procesos de transformación digital, de digitalización, para poder seguir produciendo, funcionando y llegando a las metas propuestas.
En ese sentido, hemos visto grandes logros; e incluso hay quienes aseguran que la pandemia “nos obligó” a avanzar -en este ámbito- lo que no habíamos hecho en los últimos 10 años.
Llegar a este nivel de digitalización requiere de una serie de aspectos fundamentales que deben ir avanzando a la par. Uno de ellos es el capital humano, es decir, los especialistas TIC que la Industria 4.0 necesita y que, en Chile, como en muchos países, es donde estamos “al debe”. Y si bien esta falta de recurso especializado no es una novedad, en este último año y medio la situación se ha vuelto más crítica. Esto significa que se requieren más profesionales especializados, por lo que estamos frente a un problema.
Algunas proyecciones y metas
Si tenemos en cuenta estimaciones de IDC, entre los años 2020 y 2024 y a nivel mundial, se van a necesitar 10,5 millones de profesionales del área de las TI. Mientras que desde el BID han dicho que, en Latinoamérica, al año 2022 (en solo unos meses más), la brecha será de 1,2 millones de desarrolladores.
En un sondeo realizado en agosto del año pasado, entre 400 personalidades tomadoras de decisión, los profesionales más requeridos son quienes cuentan con experiencia en e-commerce (en un 53% de las menciones); y luego se ubica -con un 42% de las menciones, el personal de soporte IT; mientras que los programadores y desarrolladores, quedaron en un tercer lugar con un 37% de las menciones.
Ahora bien, un aspecto que no podemos dejar de mencionar en este análisis es el de la ciberseguridad, ya que cuando una empresa comienza en el camino de la digitalización, los riesgos de los ciberataques son más frecuentes. Y si bien no existe un estudio que dé cuenta del déficit de estos profesionales en Chile, se estima que en Latinoamérica hay alrededor de 600 mil cupos sin llenar para profesionales en ciberseguridad.
Las habilidades necesarias en tecnologías son una prioridad, pero hoy el perfil de los profesionales TI exige también el tener habilidades no específicamente tan técnicas y que van aún más allá, como lo es dominar el idioma inglés, el trabajo en equipo, ser capaces de resolver problemas, administración de proyectos, creatividad e innovación, capacidad de comunicación y una actitud emprendedora. Lo anterior muestra que los profesionales de redes necesitan combinar habilidades técnicas y no-técnicas para apoyar el crecimiento que se genera por estos días en las empresas que van por el camino de la digitalización.
Por lo tanto, es fundamental que los profesionales profundicen sus conocimientos y estén al día sobre las últimas tendencias, novedades y especificaciones de sus áreas, las que por lo demás evolucionan más rápido de lo que quisiéramos. Y para ello, resultan claves los programas de educación continua y competencias afines a los requerimientos necesarios para la implementación de las nuevas tecnologías, entendiendo que esta demanda creciente ya no proviene solamente de la industria de las tecnologías, sino que es transversal: se necesitan estos profesionales desde los bancos, el retail, la minería y las pymes entre otras industrias.
Por lo mismo, es imperativo comprender que es necesario educar y potenciar las habilidades TIC que se necesitan en este tiempo. Y para ello se requiere de un trabajo conjunto de las instituciones de formación, para que también estén alineadas en esta labor, introduciendo modificaciones de fondo a sus metodologías formativas como a sus contenidos, haciéndose cargo de los desafíos reales de nuestras industrias y de la era de la digitalización.
En este mismo contexto es fundamental que las instituciones públicas y privadas de este ecosistema jueguen un rol activo en la instalación de un modelo formativo laboral, basado en estándares internacionales, que facilite y promueva la incorporación de técnicos y profesionales con competencias para este tiempo digital.
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