Por Francisco Vergara Director Centro de Producción del Espacio de Universidad de Las Américas
El Día Mundial del Urbanismo nos invita a reflexionar sobre el papel que juegan nuestras ciudades en satisfacer las cambiantes necesidades de sus habitantes. En Chile, esta jornada adquiere un tono particularmente crítico. Pese a la continuidad de políticas urbanas con cuantiosas inversiones, el desafío del déficit de vivienda sigue vigente. La actual política de subsidios habitacionales, pese a sus buenas intenciones, ha mostrado limitaciones para resolver el déficit estructural.
Atrapado en sus propias contradicciones, el modelo de asignación habitacional en Chile reproduce sus falencias sin cambiar sus métodos. Al final, nuestras ciudades entendieron por ahí en 2004 que no podían desarrollarse solo a partir de la vivienda, pero siguieron invirtiendo su mayor capital en este mismo factor, como si por solo reconocer el error algo fuese a cambiar. Es hora de aprender, dado que actualmente el desafío no está solo en el reproductivo déficit habitacional, sino en la emergencia climática y en la salud pública como resultado de una ciudad bien planificada.
Sin duda, hay luces de esperanza en el horizonte urbanístico. Por décadas, se aplacó la utopía como ejercicio válido para procesos reflexivos desde el campo disciplinar del urbanismo. Incluso, de manera peyorativa se tachó de ‘utópico’ todo proyecto que parecía salirse un poco de las expectativas de renta impuestas desde el mercado. Hoy, esta realidad es distinta, dado que la academia ha comenzado a entender que simplemente la supervivencia humana depende de extremar la imaginación como ejercicio necesario en los espacios protegidos de las aulas, y que las investigaciones deben sobrepasar los espacios normativos existentes dado que las soluciones que se han propuesto hasta el momento nos han empujado a una gran crisis que necesita nuevas respuestas.
Quizás las utopías sobre autos voladores y ciudades extraterrestres no son tan urgentes como unas más modestas: ciudades justas, viviendas asequibles o abundancia de árboles en las ciudades. Las utopías de nuestro tiempo son concretas, se basan en conocimientos ya existentes y se han implementado de diferentes modos en muchos lugares del planeta. No fue necesario que llegara una inteligencia alienígena para hacerlas realidad, sino la propia capacidad de la humanidad supo implementarlas. Las micro-utopías o utopías concretas, como le gustaba llamarles a Henri Lefebvre, son necesarias y posibles de empujar desde la imaginación a la realidad.
Nunca antes en la historia de la humanidad hubo tanto acceso al conocimiento y pareciera como si más que nunca la humanidad se está esforzando por no usarlo. El Día Mundial del Urbanismo es más que una fecha, es un exhorto a la acción. No solo debemos identificar y analizar los desafíos gracias a estos conocimientos abundantes, sino también podemos proponer y ejecutar soluciones cada vez más innovadoras porque también la tecnología nos ha permitido ir cada vez más lejos en nuestros propios límites de lo imaginable.
Las ciudades del futuro deben ser concebidas con una perspectiva humana, garantizando que cada individuo, sin distinción, tenga un espacio digno y oportunidades equitativas, asegurando la supervivencia de la civilización y privilegiando el progreso humano en armonía con el planeta.
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