Por: Mónica Vergara Araya
Investigadora y docente de la Universidad de Ciencias Aplicadas Magdeburg-Stendal, docente de la Universidad Otto von Guericke de Magdeburg, doctoranda de la Universidad Técnica de Kaiserslautern. Su investigación se centra en la optimización y modelación de plantas de tratamiento de aguas residuales y plantas de biogás. Miembro de red INVECA e.V.
Cuando pensamos en el agua recordamos que es necesaria para diversos usos: la ducha matutina, al cocinar, y ahora, más vital que nunca, para el lavado de manos tan importante en tiempos de COVID-19. Sin embargo, muchas veces no pensamos en su destino, en dónde se colecta y trata esta agua residual.
Aguas residuales, son todas las aguas que ya han sido utilizadas y, por tanto, no son adecuadas para su consumo. No obstante, el nombre es engañoso, ya que cuando se catalogó el agua residual como “residuo”, no había incentivos para su reutilización. Hoy en día, el agua residual se ha clasificado como: “el recurso desaprovechado” y algunas plantas de tratamiento han sido incluso rebautizadas como “Biofactorías”.
La gestión de las aguas residuales ya es una parte importante de varios ciclos de recursos y está bien posicionada para desempeñar un papel central en la economía circular. Por ello, durante las últimas décadas, el paradigma del tratamiento de las aguas residuales ha cambiado de un enfoque de eliminación de residuos a un enfoque de recuperación de recursos.
Las aguas residuales tratadas pueden reutilizarse para diversos fines con un acondicionamiento adecuado. Por ejemplo, el refinamiento del tratamiento de las aguas residuales sería una fuente constante de agua utilizable (por ejemplo: agua de proceso, agua de regadío, etc.) en regiones con escasez de agua en el norte y el centro de Chile. Mucha agua dulce es desaprovechada en la actualidad, especialmente en las regiones costeras, al ser descargada a través de emisarios submarinos.
El lodo de depuradora, es decir, los sólidos recuperados en el proceso de tratamiento, es también rico en nutrientes, por lo tanto, el lodo puede utilizarse directamente como fertilizante y acondicionador de suelos, o tratarse y producir un fertilizante refinado. Esto es especialmente relevante en el caso del nutriente fósforo (P), un recurso no renovable cuyo suministro continuo constituye la base de la agricultura moderna.
En la actualidad, el fósforo se obtiene principalmente de roca fosfórica y las reservas naturales se concentran en un número limitado de países (cinco países controlan el 88% de las reservas mundiales). Por otro lado, se ha estimado que la producción mundial de fósforo disminuirá ya en 2030. Por ello, países como Alemania han puesto sus esfuerzos en convertir el lodo de depuradora en una fuente renovable de fósforo para fertilizante, y se encuentran desarrollando y probando tecnologías adecuadas para ello.
La materia orgánica es el principal componente del lodo de depuradora, por lo tanto, el lodo es rico en energía y puede ser tratado anaeróbicamente para producir biogás. El biogás es un gas con alto potencial energético debido a su contenido de metano, el cual en plantas de tratamiento de gran escala puede ser convertido en electricidad y energía térmica. Más aún, hay investigaciones en diversos otros usos del lodo, como fuente para la producción de bioplásticos, como material de construcción, como combustible, entre muchos otros.
La escasez de recursos de la mano del desarrollo de nuevas tecnologías ha permitido la recuperación de diferentes recursos valiosos de las aguas residuales, tanto materiales como energéticos. Estas tecnologías ya se están utilizando en muchas plantas de tratamiento, sobre todo en el mundo industrializado, como también en Chile.
Nuestro país ha mostrado un increíble progreso en esta área y es uno de los más avanzados en la materia en América Latina. El país ha alcanzado un abastecimiento de aguas, captación y tratamiento de aguas residuales casi completo en las zonas urbanas, y las plantas de tratamiento de gran escala ya utilizan de manera provechosa el biogás y el lodo producido.
En este contexto, Chile tiene la oportunidad de continuar adaptando y mejorando su gestión de aguas residuales a los retos del futuro, aplicando el enfoque de las aguas residuales como recurso en todas las plantas de tratamiento del país. Esto sería un importante avance hacia la resiliencia y adaptación al cambio climático y a la sustentabilidad del ciclo integral del agua.
Con esto en mente, ¿cómo rebautizaremos al agua residual?