Por: Christian Bridevaux, coordinador Programa de Educación Continua, Depto. Ciencias de la Computación, U.Chile.
La asunción de nuevas autoridades regionales es el primer punto de inflexión para concretar uno de los principales anhelos de los territorios fuera de la región Metropolitana; la descentralización. En un país como el nuestro, centralizar las decisiones políticas, sociales y económicas -sin el conocimiento de las características y problemáticas de estas unidades- ha generado una desigualdad territorial que ha obstaculizado el desarrollo humano de sus habitantes.
En este contexto, creemos que la educación es un eje clave para contribuir en las oportunidades de desarrollo limitadas que actualmente existen en las regiones. De acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la educación en sus primeros niveles ha tenido avances significativos en acceso y calidad, acortando las brechas territoriales. Sin embargo, en la educación terciaria y su continuidad (carreras profesionales y especializaciones) las disparidades son notorias, tanto en el acceso como en la oferta.
Mientras que en la región Metropolitana (RM) se ofrecían más de seis mil carreras en 2015, en la región de Aysén no llegaba a las 80, realidad que se replica en la oferta de continuidad de estudios en especializaciones, diplomados y postgrados. Otro hecho impactante sobre esta desigualdad ha sido la migración de los talentos; mientras que en la RM esta migración no alcanzaba el 3% para 2017, en regiones como Aysén superaba el 60%, de acuerdo a estudios de la Fundación Chile Descentralizado.
La irrupción de las clases online está contribuyendo a la igualdad territorial a través de la educación, aunque debemos fortalecerla y profundizarla. Las nuevas modalidades pueden diversificar la oferta educativa de y para las regiones, ampliando los programas de especialización y la posibilidad de estudiar en universidades de otros lugares del país desde la comodidad del hogar. Sin dudas, esto ayudaría a desconcentrar el capital humano -sobre todo el avanzado-, reduciendo la migración de regiones a Santiago de profesionales que buscan especializarse.
Creemos firmemente que las desigualdades territoriales se combaten si se generan las condiciones e incentivos para que los profesionales (sobre todo los de alta calificación), puedan desplegarse de forma más homogénea en los territorios, generando valor e innovación en las industrias locales y mayores medios para un desarrollo humano efectivo en las distintas unidades regionales. Este debe ser el desafío que nos mueva de aquí en adelante.
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