CIENCIA Y TECNOLOGÍA CONTRA 200 AÑOS DE DEVASTACIÓN

Dra. Liliana Zúñiga, investigadora del Centro de Investigación en Estudios Avanzados
(CIEAM) de la Universidad Católica del Maule.


Es indudable la relevancia que tiene la advertencia del Panel Intergubernamental
del Cambio Climático (IPCC) de la Organización de Naciones Unidas (ONU) conocida hace
unos días, pero esta alerta se venía advirtiendo hace décadas desde el mundo científico,
solo que ahora se masificó porque hemos llegado a un punto de no retorno, y la gente se
asustó.


La ciencia lo viene gritando hacer rato, cuando aún se utilizaban términos prudentes como
“la evidencia sugiere…” o “es altamente probable…”, sin embargo, la alerta roja surge a
raíz del análisis de más de 14.000 estudios, quizás el informe científico más categórico que
hemos visto, concluye que la influencia de la especie humana en el calentamiento de la
atmósfera es INEQUÍVOCA, y que las consecuencias son IRREVERSIBLES y SIN
PRECEDENTES.


Históricamente la ciencia ha sido subvalorada, incluso reprimida, y la consecuencia de
aquello es tener una sociedad analfabeta en este sentido, incluyendo a los tomadores de
decisiones.


Es imperante recurrir a la ciencia y a la tecnología, ya que la destrucción del ambiente y la
depredación de los recursos naturales de los últimos 200 años, no se repara ni con otros
200 años, y para evitar el colapso, es decir el aumento de la T° global en 1.5 a 2°C,
tenemos como 20 o 30 años nomas. Ciencia y tecnología, no hay otra forma… la ciencia es
la única herramienta o método que hemos desarrollado como humanidad para comprender el
universo y su funcionamiento.


Como dice el informe, las consecuencias más drásticas de este calentamiento global son
irreversibles, llevamos una inercia tan grande que, aunque pusiésemos el freno a fondo en
este minuto, el impacto es inminente. Solo nos queda paliar o mitigar también con
acciones drásticas, y prepararnos para los efectos que estos procesos puedan tener sobre
los ecosistemas, entendiendo a la especie humana como parte de estos. Y para eso
necesariamente debemos apoyarnos en la ciencia.


¡Alternativas hay varias… sin embargo, dada la envergadura de la emergencia, las acciones
que podrían surtir un efecto significativo deben ser inmediatas y profundas,
paradigmáticas, o por qué no decir radicales… Todas! desde la más domésticas o individual a las más globales o gubernamentales. Por ejemplo, cambios profundos en los
hábitos de consumo, en los procesos productivos, cambios estructurales en los sistemas
educativos, son algunas de las acciones que permean a la sociedad completa, en toda su
estructura.


Todos tenemos responsabilidad en esto, tanto de maneta individual como de manera
colectiva. La primera acción individual que invito a realizar es a cuestionarlo todo, a exigir
más riqueza de información como insumo básico de un proceso de reconstrucción social
hacia la revalorización de los sistemas naturales y sus servicios, y concientización de que
no somo dueños del planeta, sino parte de él, y bien insignificante en términos geológicos.
No me extrañaría que, a este ritmo y frente a la inacción de los gobiernos, en medio siglo
más seamos parte del libro rojo de las especies amenazadas del planeta… o en peligro de
extinción.

Revisa la sección Sustentabilidad aquí.

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