FAMILIA Y EDUCACIÓN EMOCIONAL

Hay una pregunta que les hacemos a nuestros hijos prácticamente todos los días: “¿Cómo te fue?”. Y aunque, a veces, las respuestas son interminables, muchas otras nos dicen simplemente “bien” y ahí se acaba la conversación. La realidad es que en el transcurso del día los chicos atraviesan decenas de emociones que se manifiestan de diversos modos a nivel neuro-psico-fisiológico y comportamental. En algunos casos, las expresan y otras veces las reprimen y prefieren callar.

Ante un acontecimiento externo, por ejemplo, si un docente los llama por su nombre, enciende un mecanismo de valoración automática que, a su vez, activa una respuesta emocional. Una de ellas puede ser la sorpresa, por lo inesperado del llamado; pero también pueden sentir vergüenza, ansiedad o angustia, si son tímidos o si han tenido malas experiencias en las aulas. También puede atravesarlos una emoción de culpa, si los “pescaron” en alguna falta, o pueden sentir alegría al saberse tenidos en cuenta. 

Según la emoción que los atraviese será su respuesta fisiológica y su comportamiento (taquicardia, rubor, sudoración, temblor en las piernas, brillo en los ojos, etc.) y, según su capacidad de regulación emocional, será su respuesta a ese estímulo. Algunos querrán esconderse bajo la mesa, otros saltarán al frente, otros reaccionarán utilizando un lenguaje verbal más o menos agresivo. 

Y todo esto ocurre en cuestión de segundos, mientras dura la emoción. Identificar este proceso, que parece tan obvio, es clave en el desarrollo emocional de nuestros hijos porque los sentimientos que prevalezcan a partir de dichas emociones van a ser los que determinen las acciones y reacciones, así como también las parálisis o bloqueos frente a tal o cual circunstancia en el futuro. 

Esta semana te invito a escuchar atentamente los relatos de tus hijos para detectar por dónde van sus emociones / sentimientos, y si tu hijo o hija es de los que simplemente responden “bien”, te invito a que te animes a hacerle nuevas preguntas: ¿Qué te hizo reír hoy? ¿Qué te puso incómodo/a? ¿Algo te molestó? ¿En qué momento estuviste intranquilo/a? ¿Cuál fue el momento más feliz?

Hacerlos pensar y hablar acerca de las emociones que experimentan a lo largo del día, de sus reacciones e impulsos, es un modo de hacerles ver, a partir de sus propios relatos, cómo ellos están interpretando la realidad, respondiendo a la misma y moldeando su manera de ser. 

Como padres y educadores podemos actuar sutilmente ayudándolos a canalizar sus emociones y a pensar en alternativas cuando vemos que hace falta corregir algún rumbo, diciéndoles, por ejemplo: ¿Qué vas a hacer si mañana te pasa lo mismo? ¿Cómo podrías reaccionar de mejor manera? 

Identificar las emociones y comprenderlas es uno de los aprendizajes más valiosos que podemos construir junto a ellos. ¡No dejemos que la rutina y el ritmo de cada día nos hagan pasar por alto estas cuestiones! Nuestro aporte a su educación emocional es vital para el desarrollo integral de su personalidad. 

Verónica Zegarra Caro

Docente y Diplomada en Educación Emocional

Fundación Liderazgo Chile

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