AGRICULTURA INTELIGENTE: SISTEMAS AUTOMATIZADOS INTEGRAN RIEGO, CONTROL DE HELADAS Y FERTILIZACIÓN

Soluciones tecnológicas contribuyen a lograr técnicas de cultivo más eficientes, conectando tres procesos fundamentales para la producción de fruta, verduras y hortalizas.

Gracias a un trabajo de ingeniería, es posible aprovechar la infraestructura hídrica para aplicar en simultáneo nutrientes y utilizar gotas de agua para proteger las plantaciones.

Soluciones de automatización integran en una única infraestructura el riego, la fertilización y el control de heladas. Estas plataformas de agricultura inteligente no solo están contribuyendo a hacer más eficiente el uso del recurso hídrico, sino también a incorporar tecnología de vanguardia al cultivo de alimentos en Chile.

Los sistemas, desarrollados por la empresa de ingeniería Dripsa, tienen como objetivo lograr una mayor producción gracias a un mejor rendimiento de los procesos. Max Amenábar, gerente de Proyectos de la compañía nacional, destacó que la aplicación de tecnología a la industria agrícola local es fundamental en el actual contexto económico y alimentario, y sus desafíos futuros.

“Chile cuenta con la capacidad de ser una potencia alimentaria, ya que el producto nacional es de muy buena calidad y reconocido globalmente. Sistemas de este tipo buscan hacer más sostenible la industria, tanto por un uso más eficiente de los recursos, como por la disponibilidad de agua y nutrientes que son fundamentales para la protección de los cultivos”.

Desde su fundación en 2003, Dripsa ha implementado 1.500 iniciativas en el mercado local

Para instalar plataformas agrícolas inteligentes, el riego automatizado se integra con otros dos procesos vitales para el crecimiento de los cultivos: la fertilización y la mitigación de los efectos de las heladas. Se incorporan al agua los nutrientes básicos para árboles frutales y verduras, como nitrógeno, potasio y fósforo, entre otros.

Además, al detectarse riesgo de heladas, los mismos aspersores proveen protección con gotas de agua a través de un fenómeno físico conocido como efecto iglú. La gota que envía el dispositivo hasta la hoja de los árboles permite construir una capa de hielo que funciona como una barrera molecular: evita que el frío penetre hasta la célula y cause su necrosis o muerte celular.

“Actualmente, estamos desarrollando un proyecto de gran envergadura en la zona central, con plantaciones de palto, instalando riego inteligente totalmente automatizado, telemetría, fertirriego y control de heladas mediante el agua”, comentó Amenábar.

Tecnología para una potencia alimentaria

El sistema de fertirriego irriga a través del agua y fertilizantes hacia donde están las raíces del cultivo logrando una máxima eficiencia en el uso de éstos.

Uno de los aspectos que hacen de este tipo de soluciones algo vital para la industria es la crisis climática, por un lado, y las características de marcada estacionalidad, por otro. Según el experto, a diferencia de otras zonas como el trópico, los cultivos en Chile pueden estar un par de meses sin disponibilidad hídrica en verano, con lo cual se necesita de plataformas que entreguen de manera precisa el agua cuando la producción lo requiere.

En el caso de las heladas, los aspersores entregan al cultivo esa capa de hielo que el ambiente no puede otorgar por la falta de humedad. Un gramo de agua congelada libera alrededor de 80 calorías por cada gramo que se congela. Sin la protección de la capa de hielo, el tejido de la planta recibiría directamente el impacto del frío. La explicación es que las células vegetales están compuestas por vacuolas (órganos unidos a la membrana), que de hecho tienen agua.

Al congelarse el agua dentro de las vacuolas, la célula se expande y revienta. Así se produce la necrosis del tejido vegetal. Se estima que ante una temperatura de -3 grados, se podrían requerir alrededor de 2.5 milímetros de agua por hora. Si la temperatura baja, también debe aumentar la aspersión: mientras más agua tenga el sistema, más humedad ambiental se genera y más humedad sobre la planta, puntualizó Amenábar.

“El desarrollo de sistemas inteligentes es clave para la agricultura chilena. En nuestro caso, estamos aportando con ingeniería para diseñar proyectos complejos que requieren un gran conocimiento para llevarlos a cabo e instalarlos. Los más beneficiados son los productores, pues pueden ahorrar recursos en grandes cantidades y ser más eficiente en la gestión de los cultivos gracias a la implementación de soluciones tecnológicas avanzadas”, aseguró finalmente.

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