La iniciativa es ejecutada por la Universidad Arturo Prat, en la Región de Tarapacá, y apoyada por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA). Por el momento, los agricultores deben usar cerca de 10 mil litros de agua por hectárea para lavar los árboles.
Con el objetivo de lograr un equilibrio en el ecosistema de Tarapacá y controlar la presencia de la mosquita blanca (Aleurothrixus floccosus) en los huertos de cítricos, la Universidad Arturo Prat desarrolla una iniciativa apoyada por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), que contempla el prototipo de trampas con atrayentes y el estudio de una dieta artificial para la crianza masiva del controlador biológico.
Una de las características de la plaga, es que se alimenta de las hojas de los cítricos y cubre los frutos de mielecilla y algodón, causando graves daños, debido a la aparición de hongos y manchas. E incluso, para paliar la situación, se usan cerca de 10.000 litros de agua por hectárea para lavarlos.
El académico e investigador de la Universidad Arturo Prat y ejecutor del proyecto, Tommy Rioja, indica que “la citricultura en la región de Tarapacá se desarrolla principalmente en los oasis de Pica y Matilla, la que se ve afectada con la incidencia de esta plaga, sobrepasando el 90%”.
Primera etapa
El proyecto en cuestión viene a dar solución a la problemática que enfrentan los productores, en concordancia con las nuevas tendencias del mercado, dirigidas a la producción sostenible, por medio del uso de técnicas y herramientas biotecnológicas dentro del contexto de un sistema productivo amigable con el medio ambiente.
En específico, la primera etapa del proyecto consiste en el monitoreo del insecto, para así conocer en detalle cada uno de los ciclos. Rioja explica que “utilizaremos controladores biológicos para disminuir la presencia de la plaga, por medio de la crianza de un micro-coleóptero de moscas blancas, cuyo nombre científico es Clitostethus arcuatus”.
Comenta que para la crianza y alimentación del controlador biológico están desarrollando un pelet, para posteriormente realizar la liberación en los huertos, asociados a un programa de monitoreo de plagas.
En esa línea, el representante de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) en la región, Felipe Olivares, sostiene que “la agricultura hoy debe trabajar en la línea de la sustentabilidad y sostenibilidad y este tipo de iniciativas entrega un tremendo aporte, ya que los agricultores pueden ahorrar en recursos hídricos y generar un menor impacto de las emisiones de pesticidas y plaguicidas hasta en un 40%”.
Por su parte, el seremi de Agricultura de la Región de Tarapacá, Fernando Chiffelle, comentó “llevamos un tiempo trabajando en la solución a este problema que está afectando la producción de los agricultores de Pica, es por eso que tras realizar las gestiones FIA comenzó a desarrollar este proyecto, que permitirá controlar esta plaga y de esa forma continuar con el desarrollo de la agricultura local”.
A modo de contexto, el experto Rioja añade que es un proyecto muy importante pues a la fecha, debido a las condiciones agroclimáticas de la Región, los productores deben ejecutar distintos manejos agronómicos durante todo el año, ya que el insecto no realiza receso invernal. “Por lo que deben de lavar constantemente los árboles, utilizando aproximadamente 10.000 litros de agua por hectárea, además del uso de tractores que aumentan los gastos diarios”.
Innovando en el color
En la segunda fase, la iniciativa contempla atrapar el insecto con trampas cromoatrayentes, ya que la mosquita blanca es atraída por la tonalidad de los brotes nuevos. Rioja indica “probaremos trampas de tonalidades de verde y color amarillo junto a volátiles similares a los emitidos por plantas de cítricos. Ya que se ha probado que las moscas blancas prefieren los olores emitidos por las plantas”.
El prototipo de las trampas tendrá una sustancia pegajosa con kairomonas, para así lograr una captura más eficiente de la mosquita blanca.