El malestar ante la presencialidad obligatoria, el uso sin orientación de herramientas de inteligencia artificial y la dificultad para construir espacios realmente inclusivos marcan un cambio de ciclo en el mundo del trabajo.
Ya no se trata solo de salarios o cargos, los profesionales quieren flexibilidad real, transparentes y ambientes donde puedan sentirse auténticamente libres.
El escenario laboral en Chile se encuentra en plena transformación. Las dinámicas entre empleadores y trabajadores se están reconfigurando, marcadas por nuevas formas de pensar el bienestar, el liderazgo y la pertenencia. Así lo demuestra el informe Talent Trends 2025, que ofrece una radiografía del nuevo contexto profesional en el país: un entorno donde las personas no solo quieren trabajar, sino que buscan hacerlo con propósito, en condiciones claras y con líderes en quienes puedan confiar.
Uno de los datos más reveladores es que el 61% de los profesionales en Chile está dispuesto a dejar su empleo si se le exige aumentar su presencia en la oficina. La flexibilidad laboral, que durante la pandemia se asumió como un derecho, hoy se ve tensionada por la necesidad de muchas empresas de recuperar la presencialidad. Sin embargo, la respuesta del talento es tajante: sin una razón clara y un beneficio evidente, no están dispuestos a ceder.
“Muchas organizaciones aún no logran comunicar con claridad su propuesta real en materia de bienestar. Si voy a pedir presencialidad, tengo que explicar el ‘para qué’, y ese ejercicio de transparencia muchas veces falta. Hoy, el 50% de los trabajadores en Chile no aceptaría un ascenso o una oferta laboral si interfiere en su bienestar, por lo tanto, lo que antes era visto como un beneficio hoy es un punto de partida para cualquier conversación laboral”, explica Alejandra Cruzat, Associate Director de PageGroup Chile.

Esa fricción no es solo logística, es cultural. A medida que las empresas definen nuevas formas de trabajo, muchos profesionales sienten que falta una conversación honesta sobre lo que realmente se espera de ellos. Así, la relación entre empleador y empleado se tensiona, no por el lugar donde se trabaja, sino por la falta de claridad sobre cómo y por qué se toman ciertas decisiones.
El informe también alerta sobre el uso creciente, pero desregulado, de inteligencia artificial. En Chile, el 82% de los trabajadores ya usa herramientas de IA al menos una vez por semana, muchas veces sin lineamientos claros. Este uso improvisado no solo representa un riesgo operativo, también refleja una brecha en liderazgo e innovación.
Otro aspecto clave tiene que ver con el sentido de pertenencia. En Chile, apenas un 21% de los profesionales considera su lugar de trabajo como inclusivo, y quienes no se sienten auténticos en su entorno laboral son más propensos a buscar nuevas oportunidades. En comparación con otros países de la región, el profesional chileno se muestra más crítico con su empresa, incluso cuando valora los esfuerzos que se han hecho en diversidad o cultura interna.
“No basta con sumar perfiles diversos si la cultura no está preparada para incluirlos de forma auténtica. La inclusión no se logra con cuotas, requiere coherencia entre lo que se declara y lo que se practica. Si una persona siente que debe modificar su forma de ser para adaptarse, estamos anulando su autenticidad, que es justamente lo que más valor podría aportar”, advierte Cruzat.
El mensaje del estudio es claro: las empresas que deseen retener talento deben ser transparentes, consistentes y flexibles. No se trata solo de adaptarse al mercado, sino de entender qué mueve a las personas hoy. Y esa respuesta —como muestra Talent Trends 2025— ya no está únicamente en el sueldo o el cargo, sino en encontrar un propósito real, trabajar con líderes confiables y tener la libertad de ser uno mismo.
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