El 1 de mayo de 2025 nos recibe con una tasa de desempleo elevada, participación laboral moderada, y grandes desafíos en materia de informalidad y brechas de género.
En el primer trimestre móvil de 2025, la tasa de desocupación nacional alcanzó el 8,7%, mientras que la participación laboral fue de 52,7% y la ocupación llegó a un 47,8%. La informalidad afecta al 26,1% de los ocupados y el salario mínimo mensual quedó en $510.636 desde enero de 2025. A esto se suman brechas de género relevantes, como que la tasa de ocupación masculina es de 61,4% frente a un 44,2 % en las mujeres, mientras que la brecha salarial media de las mujeres alcanza -23,3%.
Frente a ese panorama el investigador del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de O’Higgins (UOH), Domingo Pérez Valenzuela, señala que Chile enfrenta hoy múltiples desafíos en materia laboral que requieren atención urgente. “Entre los más graves están los bajos salarios, mercados laborales castigados en zonas excluidas, territorios sacrificados, y regímenes laborales frecuentemente abusivos, generando una vida laboral altamente precarizada”.
Agrega que, aunque nuestra informalidad laboral es baja en el contexto comparado de América Latina, sigue siendo un problema persistente, especialmente en sectores de menor calificación y en regiones con menor desarrollo económico.
Añade que un aspecto crítico también es la baja sindicalización y la negociación colectiva marginal. “La debilidad del movimiento sindical limita severamente la capacidad de las y los trabajadores para mejorar sus condiciones laborales y tener un diálogo con los empleadores que conduzca a resultados sustantivos. Si esto no cambia, no existirán incentivos para aumentar la producción”, asegura el sociólogo.
Para el Dr. Pérez Valenzuela las desigualdades sociales y geográficas son otro problema estructural con marcadas diferencias en oportunidades laborales entre comunas, regiones y grupos socioeconómicos y ocupacionales. “Existe un divorcio crítico entre el salario y el acceso a la vivienda, por ejemplo. Asimismo, la baja productividad y el escaso desarrollo tecnológico, las deficientes condiciones de salud y seguridad laboral, y los desafíos asociados al envejecimiento poblacional completan un panorama complejo que Chile debe enfrentar”.
El telón de fondo -según explica el investigador UOH- es una institucionalidad laboral problemática desde su origen hasta la actualidad, “donde falta un equilibrio en las relaciones laborales -incluso entre los derechos individuales y los derechos colectivos-, mientras existen pocos recursos y capacidad de fiscalización y protección efectiva desde el Estado”.
¿Soluciones?
El Doctor en Geografía asegura que para abordar estos problemas se requieren medidas integrales que ataquen causas estructurales, lo cual muchas veces es ignorado. “Entre las propuestas existentes es fundamental fortalecer la negociación colectiva multinivel, ampliando su cobertura para mejorar salarios y condiciones laborales, especialmente en los sectores más precarizados”, detalla.
Indica que muchas y muchos trabajadores expresan la necesidad de aumentar la educación laboral y sindical en sectores periféricos, promoviendo mayor organización y conocimiento de derechos entre trabajadores de zonas marginadas. “Reducir la desigualdad social y geográfica mediante políticas redistributivas y descentralización de oportunidades laborales es algo igualmente importante”.
También señala que existen temas claves, que en Chile aún están lejos de recibir la importancia que merecen. “Por ejemplo, es necesario incorporar nuevas protecciones de salud y seguridad en el trabajo ante eventos climáticos extremos, los cuales irán en aumento e incluso impactarán negativamente en la productividad; así como también conocer más sobre el impacto de la inteligencia artificial en el empleo y su potencial, con el objetivo de regular las injusticias laborales”.
Para el experto esto debe complementarse con una modernización de la institucionalidad laboral, mejorando la fiscalización y actualizando las normativas de seguridad para adaptarlas a nuevos riesgos.
Desafíos y líderes
Para el investigador UOH, los retos laborales en Chile exigen una mirada estructural entre diversos actores. “El sector público debe liderar reformas estructurales, pero las empresas y gremios están llamados a adoptar prácticas laborales justas si buscan un desarrollo a nivel nacional, así como invertir en capacitación y adaptarse a los cambios tecnológicos y ambientales que estamos experimentando”.
Asegura -además- que los sindicatos y organizaciones laborales necesitan democratizarse y fortalecerse para representar a las y los trabajadores, así como a las comunidades de trabajadores. “No menos importante es el rol de la sociedad civil y los medios de comunicación, quienes juegan un papel clave en visibilizar desigualdades laborales o sociales y presionar por cambios sustantivos”, detalla.
Por último, el experto advierte que Chile requiere un nuevo régimen que ponga en su centro el trabajo. “Solo con una acción coordinada entre los actores implicados y las mayorías sociales podremos superar el estancamiento que la población observa y acusa en la discusión de las esferas económicas y políticas”, finaliza.
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