COMPOSTAJE, REMEDIACIÓN Y RECUPERACIÓN DE SUELOS: POTENTES SOLUCIONES PARA COMBATIR LA CONTAMINACIÓN Y EL CAMBIO CLIMÁTICO

Inundaciones, incendios, sequías prologadas, desplazamiento de los cultivos, y un alza en las temperaturas ambientales son algunos de los alcances del cambio climático y la contaminación en nuestro planeta, un problema global que se ha transformado en el mayor desafío que la humanidad tendrá que afrontar en las próximas décadas. Entre las herramientas más valiosas para lograr esta meta figuran el compostaje, la recuperación y la remediación de suelos. Sepa de qué se trata y cómo aprovechar sus ventajas.

Por: Hortencia Fritz A.

El Día Mundial de la Tierra es una invitación a plantear temas relevantes en el cuidado del suelo y los recursos ambientales. De hecho, el tema de 2021 es “Restaurar nuestra Tierra”. En este ámbito, uno de los factores claves es la recuperación y remediación de suelos, así como el compostaje en la gestión de residuos orgánicos.

La remediación y recuperación de los suelos es una de las herramientas más potentes para combatir el cambio climático, detener la desertificación y disminuir los riesgos de aluviones. Estas son solo algunas de las consecuencias del desgaste de nuestros suelos.
Al fomentar la recuperación y el tratamiento sustentable de los suelos, no solo se pueden revertir estos procesos, sino que la tierra pasa a ser la prioridad, fomentando la recarbonización de los suelos, para que sean más fértiles en todo sentido. A la vez, esto hace posible la recuperación de nuestra flora y fauna nativa, así como tener cultivos más sustentables y eficientes, cuidando desde todas las perspectivas a nuestro planeta.

Invitamos a cuatro expertos a conversar sobre las oportunidades que nos brinda hoy la tecnología y lo que podemos hacer para contribuir a frenar el cambio climático, junto con hacer un uso eficiente de los recursos y generar ahorros en los diversos sectores productivos, explicando estas soluciones y su aplicación.


¿Cómo parte el problema de los suelos?

“A través de la historia, ya sea por ignorancia, falta de regulación u otras circunstancias, algunas organizaciones han contaminado suelos al instalar sistemas de producción para la creación de valor. Por un lado, producían bienes valorados por las comunidades y empresas, pero al mismo tiempo, generaban contaminación de los suelos propios y cercanos”, explica Alejandro Navech Marzolo, gerente general de ANIR, Asociación Nacional de la Industria del Reciclaje A.G.

Durante las últimas cinco décadas, la ciencia y el conocimiento han develado grandes problemas acumulados en los terrenos, pero también las soluciones de reparación. Se pueden constatar algunos logros. “Mundialmente, se han visto avances en el cuidado y preocupación en la forma de producir, así como la adopción de la economía circular en todos los ámbitos para reducir las extracciones aprovechando lo que ya tenemos disponible. En ese sentido, hemos visto un aumento en la búsqueda de una agricultura más sustentable, de procesos agroalimentarios con una preocupación constante por disminuir su generación de residuos, y encontrar soluciones medioambientalmente positivas, no solo neutralizando, sino que generando impacto positivo”, comenta Carolina Rivera Zaldívar, gerente Marketing y Asuntos Corporativos de Armony.

Pero falta mucho camino por recorrer y los desafíos son enormes. “Restaurar o regenerar la tierra pasa por la toma de conciencia de que existen suelos contaminados, en mayor o menor medida, y que pueden y deben ser remediadas para darles nuevos usos. La toma de conciencia debe continuar con normativas claras, que permitan a los dueños o responsables de los terrenos contaminados, tener las certezas jurídicas de que las decisiones y acciones técnicas que realicen para restaurar un terreno serán reconocidas y validadas por las autoridades, comunidades, ONGs y otros stakeholders”, enfatiza Jonathan Chang, gerente de Desarrollo, Séché Group Chile, quien es Ingeniero Civil Químico con amplia experiencia en el área de remediación y servicios medioambientales.


Alta prioridad

A pesar de que ya existen innumerables empresas que se ocupan de diagnosticar, diseñar e implementar soluciones avanzadas para la remediación de suelos, en general, “ante este nuevo concepto, veo aún una baja prioridad y una tímida voluntad empresarial para embarcarse responsablemente en la reparación, incluso de su propio entorno productivo, de su terreno o la del vecino”, opina el ejecutivo de ANIR.

¿Qué requieren las organizaciones afectadas para recuperar sus suelos contaminados? “En primer lugar, se debe sentir que es un deber hacerlo y que ello requerirá de voluntad presupuestaria. Podrá haber incentivos de diferente índole para apaciguar el gasto que involucra ser pionero en corregir un daño, sin embargo, creo que ello es mejor que esperar las restricciones y las prohibiciones cuando se hagan visibles los errores cometidos”, aclara Navech, quien desde el 2009 ha estado vinculado al rubro del reciclaje y participa en diversos comités técnicos para el desarrollo de normativas y programas de acción ambiental para los sectores productivos.

A nivel técnico, las etapas que permiten lograr un proceso exitoso de remediación se basan principalmente en dos pilares fundamentales. “El primero es un riguroso proceso de diagnóstico, estudio, diseño y posterior proceso de remediación que termina con los monitoreos y posterior seguimiento. Y el segundo pilar corresponde al compromiso que tiene la compañía con el rendimiento del proceso y el control eficiente de los recursos. La combinación de ambos pilares permite generar procesos eficientes de remediación tanto para nuestros clientes como a todas las partes interesadas”, detalla Jonathan Chang.

¿Dónde pueden tener un alto impacto estás soluciones? Por ejemplo, Chile es un país rico en minería, y hay acciones para recuperar los suelos mineros, como la remediación de relaves mineros, gracias al composte mediante fitoestabilización, que permite recuperar esos pasivos ambientales, fomentando el crecimiento de flora nativa, explica Carolina Rivera. Y agrega: “Las principales brechas están en el conocimiento y búsqueda de soluciones innovadoras. Estas soluciones si se evalúan en el corto plazo no son viables, puesto que requieren inversiones y cambios profundos, pero si se piensa en el futuro, la mirada cambia, y deben ser considerados como inversiones a futuro”.

En los últimos 10 años, se han visto algunos progresos, como la guía metodológica para la gestión de suelos contaminados, diagnósticos bajo la metodología de riesgo en la zona norte y estudios normativos comparados que permitirán elaborar normas para la gestión de suelos contaminados. Todo esto con la participación del Ministerio del Medio Ambiente.
Sin embargo, Chile continúa siendo el único país de la OCDE que no cuenta con una legislación al respecto. “En ese sentido, queda pendiente que se haga una ley general de suelos que opere como un gran paraguas y que permita dar certezas jurídicas en este ámbito. De esta manera, los conocimientos del mundo privado y académico, con que ya contamos en el país, pasarán de experimentos y pequeños pilotos a aplicaciones industriales a gran escala, para impactar de manera consistente en la sostenibilidad de Chile”, plantea Chang.

Gestión de residuos orgánicos y compostaje

Según cifras del Ministerio de Medio Ambiente, en Chile una persona genera 1,25 kilos de basura diariamente y aproximadamente el 50% corresponde a residuos orgánicos que terminan en rellenos sanitarios. El compostaje como forma de reducir y aprovechar estos materiales es una gran oportunidad, especialmente si lo llevamos a mayor escala.

“El compostaje y otros procesos como la biodigestión anaerobia permiten transformar la materia que hoy es considerada residuo (más de 4.000.000 de toneladas anuales) en nuevos recursos que aportan nutrientes y estructura que permiten recuperar y remediar los suelos”, explica Estéphanie González, especialista en residuos orgánicos de Volta.

Las industrias actualmente tienen la experiencia y la capacidad de llevar a cabo estos procesos, pero para masificarlo se requiere, por un lado, que esta materia orgánica sea segregada en los hogares y por otro, que la autoridad competente autorice el uso de los sustratos generados por el compostaje. “Además, es fundamental aprovechar la sinergia de incorporar en estos tratamientos tanto residuos de origen industrial como domiciliarios, ya que su composición es diferente, complementaria y permite las economías de escala”, señala la experta en este ámbito.

Pese a las brechas que existen, la preocupación por los residuos ha tomado una gran relevancia en el último tiempo, lo que se refleja en la elaboración de diversas públicas. Lo que confirma la necesidad de apurar el paso en los diversos sectores.

A juicio de Carolina Rivera, “para las industrias es un gran desafío, puesto que, en algunas se van a acelerar las metas de cumplimiento de zero waste. También se va a generar la necesidad de descentralización y poner a disposición de todo nuestro país, soluciones innovadoras que permitan hacernos cargo y cumplir las metas de la ENRO”.

¿Cuál es el futuro escenario?

“En los próximos años, veremos que distintas normativas ambientales irán configurando formas de producir que no provoquen “costos” ambientales, que hasta ahora los pagaba el planeta. Se está creando un nuevo modelo de producción reflejado en la Hoja de Ruta para la Economía Circular, la Estrategia Nacional de Residuos Orgánicos y la misma Ley REP que hará mejor el futuro. Sin embargo, no mejorará el daño pasado. Para esto último, se necesita de la conciencia empresarial para que asuma los pasivos ambientales y los remedie”, explica Navech.

Los expertos coinciden en señalar que acelerar estos cambios para llegar a tiempo, el repensar desde un inicio el uso de los recursos permitirá gestionarlos de una mejor manera, no solo pensando en su uso principal, sino que, en su ciclo completo, desde la búsqueda de los clientes hasta como responsablemente las industrias y organizaciones se hacen cargo de su etapa final. Una visión circular que está ganando cada vez mayor protagonismo.

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