Por Carlos Honorato, CEO de Orión.

La inteligencia artificial ya no es un concepto lejano: se ha convertido en una de las fuerzas de cambio más visibles dentro de las organizaciones. Entre las tendencias que más atención generan están los agentes de IA, programas capaces de asumir tareas específicas y aliviar a los equipos de lo más repetitivo. Pero su adopción requiere más que entusiasmo. Según Gartner, más del 70% de los proyectos de IA no llegan a escalar más allá de pilotos, y la razón no es técnica: suele ser la falta de estructura y gobernanza.
Antes de desplegar agentes a gran escala, es fundamental que las empresas definan con claridad tres aspectos que ordenan todo el proceso: una política de IA, un modelo de gobernanza y un stack tecnológico adecuado.
Lo primero es contar con una política de IA. No se trata de un documento burocrático, sino de una hoja de ruta que responda preguntas básicas: ¿para qué queremos usar esta tecnología?, ¿cuáles son sus límites?, ¿qué principios deben guiar su aplicación?. En Orión, por ejemplo, hemos definido que la IA siempre debe ser ética, supervisada por personas y transparente en su uso. Esa claridad ha permitido que los equipos integren la tecnología con confianza, sin perder el control ni la trazabilidad de los procesos.
El segundo aspecto es la gobernanza. En términos simples, definir quién toma decisiones, cómo se priorizan las iniciativas y qué equipos se hacen cargo de ejecutarlas. Cuando la IA queda solo en manos de un área aislada, las empresas acumulan pilotos prometedores que nunca llegan a tener impacto real. Con gobernanza clara, con visión ejecutiva y coordinación operativa, estos proyectos dejan de ser experimentos para convertirse en resultados medibles de negocio.
Recién entonces entra en juego el stack tecnológico, es decir, la arquitectura que hará posible todo lo anterior. Aquí sí hablamos de modelos, datos y herramientas, pero siempre como consecuencia de las definiciones estratégicas previas. Elegir un stack sin política ni gobernanza es como construir una casa sin cimientos: tarde o temprano aparecen las grietas. Nuestra experiencia en multicloud y ciberseguridad nos muestra que un stack bien diseñado no es sólo eficiencia técnica: garantiza integración segura, escalabilidad y continuidad de negocio, es lo que permite que los agentes funcionen con trazabilidad y control, sin exponer a la organización a riesgos reputacionales o regulatorios.
La conclusión es clara: la adopción de IA no comienza por la herramienta, sino por las reglas y estructuras que la sostienen. Cuando política, gobernanza y stack se alinean, la IA deja de ser un experimento aislado y se convierte en un motor real de valor. No reemplaza a las personas: potencia su capacidad de innovar, crear y liderar el futuro con confianza.
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